El sector siderúrgico de EE.UU. busca la raíz de un salto en las muertes en sus plantas
Por Kris Maher y Robert Guy Matthews
En momentos en que las plantas de acero en Estados Unidos operan a su máxima capacidad para satisfacer la creciente demanda, la industria intenta descubrir qué razones han llevado a que los accidentes laborales hayan causado en los primeros seis meses de este año más muertes de trabajadores que el promedio anual de los últimos años.
El incremento de las muertes ha llevado a la mayor siderúrgica del mundo, ArcelorMittal, a aceptar que se vincule la compensación de más ejecutivos a la seguridad de las plantas y a establecer comités de salud y seguridad en todas sus instalaciones, como parte de un acuerdo con los sindicatos.
Representantes del sindicato y ejecutivos de la industria siderúrgica dicen que en la primera mitad de 2008, 15 trabajadores murieron en accidentes diversos, desde caídas, una explosión y varios casos en que los obreros fueron aplastados por grandes bloques de acero o equipos. En 2006, el último año del que se disponen datos, 14 trabajadores murieron en el sector acerero y metalúrgico, una categoría más amplia evaluada por el Departamento de Trabajo de EE.UU.
Esta cifra supera las ocho muertes de 2005, las nueve de 2004 y las ocho de 2003. Según cifras oficiales, en EE.UU. hay unos 120.000 obreros empleados en el sector.
Representantes del sindicato United Steelworkers sostienen que la presión para aumentar la producción en medio de un mercado fuerte ha llevado a algunas fatalidades y que la reciente consolidación de la industria puede haber desviado la atención y los recursos de seguridad en algunas empresas.
Los ejecutivos del sector dicen que no creen que el alza en la producción haya comprometido la seguridad, o que su atención en la seguridad haya disminuido. Aun así, admiten que no pueden identificar una razón específica para el mayor número de muertes y, por eso, están reevaluando todas las prácticas de seguridad para prevenir más fatalidades.
"Lamentablemente, nuestra compañía e industria no están cumpliendo con el objetivo y, como resultado, 15 personas han perdido la vida en Norteamérica", dijo John Surma, presidente ejecutivo de U.S. Steel. "No había un patrón de edad ni experiencia, mala salud, abuso de drogas o una exposición común de inseguridad en los casos. Lo único cierto en cada caso es que siempre algo salió terriblemente mal". En enero, un trabajador de U.S. Steel murió en las afueras de Detroit a raíz de una explosión de un gasoducto.
Trabajar entre acero fundido y grandes máquinas nunca ha estado libre de accidentes. Pero el repentino salto de los casos mortales llama la atención, especialmente porque el promedio general de accidentes bajó en años recientes.
Michael Wright, director de salud, seguridad y ambiente en United Steelworkers, dice que los trabajadores y las compañías están bajo una presión extraordinaria. "Hay más horas extra, se está aplazando el mantenimiento y se están viendo recortes en los esfuerzos de seguridad de la compañía".
Los ejecutivos del sector niegan rotundamente que la seguridad esté siendo sacrificada en favor de las utilidades.
Los accidentes de este año han ocurrido en productores grandes y pequeños. Dos trabajadores murieron en diferentes incidentes en la misma planta de Gerdau Ameristeel, en Tennessee. Mario Longhi, presidente de Gerdau Ameristeel, dice que después de cada accidente, la empresa reiteró sus procedimientos de seguridad a los empleados.
En los últimos años, la industria siderúrgica ha implementado mejoras de seguridad, como uniformes con mejor protección que reducen los accidentes relacionados a quemaduras. También ha modernizado los arneses de seguridad para los operadores de grúas.
Thomas Danjczek, director general de la Asociación de Fabricantes Siderúrgicos de EE.UU., que representa al 70% de la industria en ese país, dice que las compañías "han invertido muchísimo tiempo tratando de encontrar razones comunes o similares que han llevado" al aumento de muertes de trabajadores, pero no los han hallado.
Lo que China aprendió con Doha
Por Andrew Batson
La voluntad de China de dejar que se viniera abajo la última ronda de negociaciones sobre el comercio global es un reflejo de cómo los lazos del gigante emergente con otras naciones en desarrollo están cobrando mayor importancia, al tiempo que ve menores beneficios futuros en negociar con países ricos como Estados Unidos.
Las conversaciones en la Organización Mundial del Comercio en Ginebra se atascaron cuando los países miembros no consiguieron llegar a un acuerdo sobre una propuesta para permitir que las naciones en desarrollo usen aranceles especiales "de protección" para resguardar a los agricultores de saturaciones en el mercado por importaciones baratas. Las naciones ricas, lideradas por Estados Unidos, culparon a India y China de bloquear un acuerdo global por un pequeño detalle. Los países más pobres, sobre todo India, criticaron a su vez a los países ricos por consentir a sus agricultores con subsidios en un contexto de precios récord para los alimentos.
Algunos analistas dijeron que un calendario político desfavorable —con el presidente estadounidense al término de su mandato y la coalición gobernante de India enfrentando elecciones en mayo— fue el culpable real del fracaso. Esos dos gobiernos eran de la opinión que los imperativos políticos en el frente doméstico no les permitían ceder en un asunto que afecta a sus poderosos grupos de presión agrícolas, dijeron observadores.
En una entrevista, el ministro de comercio e industria indio, Kamal Nath, dijo que pronostica sólo una "pausa" de unos meses en las negociaciones de comercio globales, no un total colapso. Nath dijo que se había ceñido a una postura consistente de que India estaba dispuesta a negociar en materia comercial pero no a comprometer "la seguridad del sustento".
Pero la emergencia en último minuto de China como un factor determinante fue un cambio en la dinámica de la llamada Ronda de Doha de las negociaciones comerciales — y no sólo porque representó un abandono del usual estilo poco agresivo de negociar de Beijing. Su apoyo vociferante a la postura de India, a pesar de que el tema de las medidas de protección agrícola es menos relevante para China, acabó por negarle a los exportadores chinos la posibilidad de expandir sus mercados en favor de construir lazos políticos con otros países de menores ingresos.
"El liderazgo chino ha tratado de adoptar una estrategia de sacrificar sus intereses económicos para ganarse la buena voluntad de países en desarrollo", dice Henry Gao, un ex funcionario de la OMC que ahora enseña derecho comercial en la Universidad de Gerencia de Singapur. "China siempre ha mantenido que ya que ella misma es un país en desarrollo, sus intereses siempre estarán ligados a los de sus países hermanos en desarrollo".
Como el mayor exportador del mundo después de Alemania, y el mayor productor de bienes desde zapatillas de deporte hasta autopartes, China tiene poco en común con los países en desarrollo más pequeños para quienes es muy difícil conseguir acceso a los mercados de los países ricos. Con un arancel no-agrícola promedio del 9%, el mercado chino es también relativamente abierto: el de India, en cambio, es de más del 16%. En ese respecto, los intereses de China están más cerca de los países ricos que estaban tratando de rebajar las barreras arancelarias en países en desarrollo.
Públicamente, sin embargo, China se ha alineado con los países en desarrollo. La agencia de noticias estatal, Xinhua News, culpó a las "acciones egoístas y miopes" de los países ricos del colapso y advirtió que el proteccionismo comercial aumentará. "Las negociaciones no deben de producir un acuerdo sólo para proteger y promover la prosperidad de las naciones ricas", leía un editorial del diario estatal China Daily el miércoles.
El negociador chino dijo que el país está listo para estrechar sus lazos comerciales con socios dispuestos a ello fuera del proceso de la OMC. "En base a la igualdad y la reciprocidad, China está lista para intensificar su comercio bilateral y cooperación económica con los miembros aquí presentes", dijo en Ginebra el ministro de Comercio Chen Deming, expresando un interés particular en establecer nexos con los llamados países menos desarrollados y las economías pequeñas y vulnerables.
El comercio de China con otros mercados emergentes — desde sus vecinos asiáticos como Indonesia y Malasia al Golfo Pérsico y África — ha experimentado un boom, al tiempo que sus exportaciones a Estados Unidos han caído considerablemente este año. China ha sido particularmente activa en desarrollar lazos económicos con África, donde sus compañías están construyendo proyectos de infraestructura y consiguiendo grandes contratos mineros.
Algunas de esas relaciones han sido blanco de críticas por parte de Occidente, sobre todo en lo que respecta al caso de los lazos de China con una Sudán llena de conflictos y con el régimen represivo de Myanmar. Pero reflejan la búsqueda de crecimiento futuro por parte de China fuera de sus mercados tradicionales en Estados Unidos y Europa. Y eso le da a China menos incentivos para participar en unas negociaciones en la OMC que todavía están dominadas por esos grandes poderes.
"No tiene tanto que ganar" porque los mercados de Estados Unidos y la Unión Europea ya están en gran medida abiertos, dice Matthew McConkey, director de comercio asiático para la firma de abogados Mayer Brown JSM en Beijing. "No sé cuál es el incentivo para ellos en esta situación".
El mayor asunto comercial para China en estos momentos es el creciente número de "medidas protectoras" y antidumping usadas por los países ricos para bloquear importaciones de algunos productos de China. Pero las negociaciones globales de comercio nunca consideraron seriamente eliminar esas medidas, que son políticamente importantes para muchos gobiernos. Así que podría ser difícil para los negociadores volver a casa con un acuerdo que significaría una diferencia palpable para un país que exportó US$1,22 billones (millones de millones) de bienes el año pasado.
A pesar de todo, algunos académicos chinos dicen que una gran potencia comercial como China sería uno de los más beneficiados por un acuerdo de la OMC que condujera a una mayor liberalización del comercio global.
"A largo plazo, todavía tenemos la esperanza de que pueda haber un marco global unificado de comercio", dice Mei Xinyu, una académica en la Academia China de Comercio Internacional y Cooperación Económica, un centro de investigaciones gubernamental en Beijing. "China es un país grande que exporta a casi todo los países del mundo y también importa de todas partes. Ningún acuerdo bilateral o regional puede sustituir a un verdadero acuerdo comercial global".
El fracaso de la Ronda de Doha pone en riesgo acuerdos globales en otros sectores
Por Bob Davis, en Washington y John W. Miller, en Ginebra
El colapso de las negociaciones de Doha para un nuevo acuerdo de comercio global debido a los enfrentamientos entre los países ricos y los emergentes sugiere una triste realidad: otros proyectos globales, desde la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero a la eliminación de las restricciones a las exportaciones de alimentos, enfrentarán también obstáculos desalentadores.
Todos los esfuerzos de cooperación global luchan contra las mismas fuerzas, entre las que cabe destacar el resurgimiento de un fuerte sentimiento nacionalista en todo el mundo, la imposición de gigantes económicos emergentes como China e India, y la ruptura de muchos lazos de la Guerra Fría que unían a varios países en desarrollo a Estados Unidos y Europa.
"La forma en que se hundió la Ronda de Doha es un anticipo de lo que probablemente veremos en otras negociaciones semejantes", dice Kimberly Elliott, representante del instituto de investigación Center for Global Development, con sede en Washington. "Los mercados emergentes (como China e India) están cobrando todo el protagonismo", incluso cuando ese papel conlleva alienar a otros países aún más pobres, explica.
"Si la Ronda de Doha falla sistemáticamente, pondrá en duda la habilidad de todas las partes para encontrar soluciones dentro de un marco global a problemas complejos como el cambio climático, el encarecimiento del petróleo y el alza de los alimentos", decía un comentario de la agencia de noticias estatal china Xinhua.
Las negociaciones de Doha colapsaron después de que China e India insistieran en su derecho a reimponer aranceles (o subirlos) en caso de que se registrara un auge en las importaciones de alimentos. Pero el acuerdo comercial que se estaba dibujando abordaba temas relativamente pequeños en términos del impacto sobre el crecimiento económico comparado con el debate del calentamiento global. Limitar el aumento de las emisiones de gases con efecto invernadero podría impactar el crecimiento al obligar a las industrias a reajustar sus fábricas y a los consumidores a cambiar su estilo de vida. El sacrificio podría provocar una reacción todavía más feroz por parte de Nueva Delhi y Beijing.
Los negociadores llevaban siete años trabajando en un acuerdo comercial de Doha y a menudo se vieron atascados. Pero en la cumbre celebrada esta semana en Ginebra, las partes parecían estar más cerca que nunca de poder alcanzar un acuerdo debido a que EE.UU. y Europa habían accedido a hacer las tan esperadas concesiones sobre los subsidios agrícolas que animarían a los países emergentes a liberalizar más sus mercados a los fabricantes y compañías de servicios de EE.UU y Europa. Brasil, un líder de los países en desarrollo y uno de los mayores exportadores agrícolas, estuvo de acuerdo. Pero a pesar de la intensa presión para que siguieran la corriente, India y China se negaron.
En el pasado, los acuerdos orquestados por EE.UU. y Europa solían ser aprobados por los países emergentes, a menudo por temor a perder acceso a los mayores mercados del mundo y ofender a las potencias políticas más prominentes. Con el fin de la Guerra Fría y el surgimiento de su poder económico, China e India sintieron que tenían poco que perder si imponían su veto.
Bajo las normas de la Organización Mundial del Comercio, los 153 miembros deben estar de acuerdo para aprobar un pacto aunque, en la práctica, sólo los países económicamente importantes tienen derecho a voto. De hecho, entre los siete países que dirigían la mayor parte de las negociaciones, no había ningún país africano.
No es probable que el fracaso de las negociaciones tenga efectos inmediatos sobre el flujo del comercio mundial ni sobre el crecimiento económico. Al margen de los sectores agrícola y textil, los obstáculos al comercio son generalmente pocos en todo el mundo tras décadas de recortes en los aranceles. Pero las consecuencias del fracaso son aún significativas debido a que se envió el mensaje de cuán difícil es llegar a acuerdos globales. "Este es el primer fracaso de un acuerdo multilateral de comercio desde la década de los 30", una era de proteccionismo, dijo Fred Bergsten, director del Instituto Peterson para la Economía Internacional. La ausencia de una liberalización del comercio, predijo, conducirá a un incremento en los esfuerzos por proteger a las industrias locales de todo el mundo de la competencia. Aunque el líder de la OMC, Pascal Lamy, guardaba la esperanza de que las conversaciones pudieran ser resucitadas, el comisionado de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, dijo que las conversaciones en Ginebra representaban un "funeral" para la Ronda de Doha.
Dado el papel de liderazgo de EE.UU. en la política comercial, el fracaso de Doha esencialmente pasa el problema al siguiente presidente, quien probablemente no lo considerará una prioridad. Daniel Tarullo, un profesor de derecho de la Universidad de Georgetown quien asesora al presunto candidato demócrata Barack Obama, dijo que "los negociadores estadounidenses hicieron lo correcto al retirarse de lo que parecía ser un acuerdo desventajoso para Estados Unidos", aunque dijo que los negociadores "no deberían abandonar sus esfuerzos". Philip Levy, un economista del American Enterprise Institute, que asesora al presunto candidato republicano John McCain, dijo que la inhabilidad de llegar a un acuerdo "pone en duda algunos de los cimientos del sistema global de comercio".
En vez de acuerdos globales, esfuerzos fragmentados en temas de comercio global podrían convertirse en la norma. Los acuerdos comerciales futuros también podrían enfocarse en intereses nacionales más restringidos, en vez de conversaciones al estilo de Doha en donde se les pide a los países hacer concesiones en un área para obtener ganancias en otra.
El fracaso de la Ronda de Doha pone en riesgo acuerdos globales en otros sectores
Por Bob Davis, en Washington y John W. Miller, en Ginebra
El colapso de las negociaciones de Doha para un nuevo acuerdo de comercio global debido a los enfrentamientos entre los países ricos y los emergentes sugiere una triste realidad: otros proyectos globales, desde la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero a la eliminación de las restricciones a las exportaciones de alimentos, enfrentarán también obstáculos desalentadores.
Todos los esfuerzos de cooperación global luchan contra las mismas fuerzas, entre las que cabe destacar el resurgimiento de un fuerte sentimiento nacionalista en todo el mundo, la imposición de gigantes económicos emergentes como China e India, y la ruptura de muchos lazos de la Guerra Fría que unían a varios países en desarrollo a Estados Unidos y Europa.
"La forma en que se hundió la Ronda de Doha es un anticipo de lo que probablemente veremos en otras negociaciones semejantes", dice Kimberly Elliott, representante del instituto de investigación Center for Global Development, con sede en Washington. "Los mercados emergentes (como China e India) están cobrando todo el protagonismo", incluso cuando ese papel conlleva alienar a otros países aún más pobres, explica.
"Si la Ronda de Doha falla sistemáticamente, pondrá en duda la habilidad de todas las partes para encontrar soluciones dentro de un marco global a problemas complejos como el cambio climático, el encarecimiento del petróleo y el alza de los alimentos", decía un comentario de la agencia de noticias estatal china Xinhua.
Las negociaciones de Doha colapsaron después de que China e India insistieran en su derecho a reimponer aranceles (o subirlos) en caso de que se registrara un auge en las importaciones de alimentos. Pero el acuerdo comercial que se estaba dibujando abordaba temas relativamente pequeños en términos del impacto sobre el crecimiento económico comparado con el debate del calentamiento global. Limitar el aumento de las emisiones de gases con efecto invernadero podría impactar el crecimiento al obligar a las industrias a reajustar sus fábricas y a los consumidores a cambiar su estilo de vida. El sacrificio podría provocar una reacción todavía más feroz por parte de Nueva Delhi y Beijing.
Los negociadores llevaban siete años trabajando en un acuerdo comercial de Doha y a menudo se vieron atascados. Pero en la cumbre celebrada esta semana en Ginebra, las partes parecían estar más cerca que nunca de poder alcanzar un acuerdo debido a que EE.UU. y Europa habían accedido a hacer las tan esperadas concesiones sobre los subsidios agrícolas que animarían a los países emergentes a liberalizar más sus mercados a los fabricantes y compañías de servicios de EE.UU y Europa. Brasil, un líder de los países en desarrollo y uno de los mayores exportadores agrícolas, estuvo de acuerdo. Pero a pesar de la intensa presión para que siguieran la corriente, India y China se negaron.
En el pasado, los acuerdos orquestados por EE.UU. y Europa solían ser aprobados por los países emergentes, a menudo por temor a perder acceso a los mayores mercados del mundo y ofender a las potencias políticas más prominentes. Con el fin de la Guerra Fría y el surgimiento de su poder económico, China e India sintieron que tenían poco que perder si imponían su veto.
Bajo las normas de la Organización Mundial del Comercio, los 153 miembros deben estar de acuerdo para aprobar un pacto aunque, en la práctica, sólo los países económicamente importantes tienen derecho a voto. De hecho, entre los siete países que dirigían la mayor parte de las negociaciones, no había ningún país africano.
No es probable que el fracaso de las negociaciones tenga efectos inmediatos sobre el flujo del comercio mundial ni sobre el crecimiento económico. Al margen de los sectores agrícola y textil, los obstáculos al comercio son generalmente pocos en todo el mundo tras décadas de recortes en los aranceles. Pero las consecuencias del fracaso son aún significativas debido a que se envió el mensaje de cuán difícil es llegar a acuerdos globales. "Este es el primer fracaso de un acuerdo multilateral de comercio desde la década de los 30", una era de proteccionismo, dijo Fred Bergsten, director del Instituto Peterson para la Economía Internacional. La ausencia de una liberalización del comercio, predijo, conducirá a un incremento en los esfuerzos por proteger a las industrias locales de todo el mundo de la competencia. Aunque el líder de la OMC, Pascal Lamy, guardaba la esperanza de que las conversaciones pudieran ser resucitadas, el comisionado de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, dijo que las conversaciones en Ginebra representaban un "funeral" para la Ronda de Doha.
Dado el papel de liderazgo de EE.UU. en la política comercial, el fracaso de Doha esencialmente pasa el problema al siguiente presidente, quien probablemente no lo considerará una prioridad. Daniel Tarullo, un profesor de derecho de la Universidad de Georgetown quien asesora al presunto candidato demócrata Barack Obama, dijo que "los negociadores estadounidenses hicieron lo correcto al retirarse de lo que parecía ser un acuerdo desventajoso para Estados Unidos", aunque dijo que los negociadores "no deberían abandonar sus esfuerzos". Philip Levy, un economista del American Enterprise Institute, que asesora al presunto candidato republicano John McCain, dijo que la inhabilidad de llegar a un acuerdo "pone en duda algunos de los cimientos del sistema global de comercio".
En vez de acuerdos globales, esfuerzos fragmentados en temas de comercio global podrían convertirse en la norma. Los acuerdos comerciales futuros también podrían enfocarse en intereses nacionales más restringidos, en vez de conversaciones al estilo de Doha en donde se les pide a los países hacer concesiones en un área para obtener ganancias en otra.
El PIB estadounidense crece, pero no satisface a Wall Street
Por Jeff Bater
WASHINGTON – La economía estadounidense dobló su velocidad de expansión en el segundo trimestre, impulsada por las mayores exportaciones y un alza en el consumo de los ciudadanos a los que se les dió una devolución de impuestos para neutralizer la crisis inmobiliaria.
Por otra parte, el número de trabajadores estadounidenses que solicitaron beneficios por desempleo saltó a su punto más alto en cinco años la semana pasada, según un informe del gobierno, una señal preocupante para la economía a medida que los hogares luchan contra la inflación y la caída en el valor de sus viviendas.
El Producto Interno Bruto de EE.UU. subió a una taza anualizada, ajustada por temporada, de 1,9% entre abril y junio, informó el Departamento de Comercio. El incremento estuvo por debajo de las expectativas de Wall Street. Los negocios redujeron sus inventarios profundamente, lo cual uso un peso sobre el PIB, sugiriendo pequeños recortes en la producción en los próximos meses.
El crecimiento del PIB en el primer trimestre fue revisado a la baja a una tasa de 0,9%, frente al 1% reportado anteriormente.
Para el segundo trimestre del año, los economistas encuestados por Dow Jones Newswires habían previsto un crecimiento del PIB de 2,3% entre abril y junio. El PIB actúa como un indicador de la economía al medir todos los bienes y servicios producidos. Su mayor componente es el consumo, el cual representa cerca del 70% del PIB. El gasto en el segundo trimestre subió 1,5% después de subir 0,9% en el primer trimestre.
En general, el consume contribuyó con 1,08 puntos porcentuales al PIB, mientras que había contribuido con 0,61 puntos porcentuales en el primer trimestre. Los pagos del estímulo fiscal ayudaron a los consumidores a luchar contra los altos precios del combustible, pero los analistas creen que los efectos del estímulo se desvanecerán, borrando el apoyo que le dieron al PIB durante el segundo trimestre.
Chávez nacionalizará banco del grupo español Santander
CASTO OCANDO
El Nuevo Herald
El presidente venezolano Hugo Chávez anunció el jueves que nacionalizará el Banco Venezuela, propiedad del conglomerado financiero español Grupo Santander, luego de vetar que la institución fuese vendida a un prominente banquero venezolano.
En un discurso televisivo transmitido a todo el país, y seis días después de retornar de una visita a España, el presidente venezolano explicó que se decidió por la vía de la nacionalización luego de que una primera oferta de su gobierno para adquirir el banco fue rechazada por el grupo español.
Chávez reveló también que bloqueó un acuerdo de venta que grupo Santander negociaba con un banquero venezolano, aludiendo a que en la negociación había "algo oscuro''.
Según fuentes consultadas por El Nuevo Herald en Caracas, el banquero era Víctor Vargas, presidente del Banco Occidental de Descuento (BOD), suegro de Luis Alfonso de Borbón, casado con la heredera María Margarita Vargas, hija del banquero venezolano.
"Me dijeron que no lo querían vender, ahora les digo yo no, ahora yo lo quiero, y lo vamos a nacionalizar. Nos hace mucha falta un banco de esa magnitud en Venezuela'', afirmó Chávez.
El mandatario sugirió también que estaba dispuesto a pagarle al grupo Santander el precio establecido por ellos. "¿Cuánto vale?, que se lo pagamos'', precisó.
"Le hago un llamado a los señores dueños para que vengan por aquí y negociemos'', dijo el mandatario venezolano durante una alocución en la tarde del jueves, a la vez que calificó la nacionalización como una iniciativa para "recuperarlo'' y "ponerlo al servicio de Venezuela''.
"Esperamos pues llegar a un convenio lo más pronto posible, un convenio amistoso'', acotó.
Chávez hizo a un llamado a los empleados y clientes a que no se preocupen porque ahora tendrán sus ahorros "triple garantizados'' por el Estado.
Indicó que el Banco de Venezuela será "un banco socialista'' y que sus ganancias serán utilizadas, luego de su nacionalización, para el "desarrollo social socialista''.
"El socialismo (vendrá) ahora con más fuerza'', agregó.
No hubo una reacción inmediata al anuncio presidencial ni de la directiva del banco en Venezuela, ni del grupo Santander en España.
El anuncio se realizó el ultimo día antes de que se venciera el plazo de vigencia de la Ley Habilitante, que autoriza al presidente Chávez una vía expedita para sancionar leyes y tomar decisiones sin la aprobación de la Asamblea Nacional.
El Banco de Venezuela es considerado como la cuarta mayor entidad bancaria del país, con 285 oficinas a nivel nacional, y unos tres millones de clientes. Según cifras del grupo, la institución controla el 11.8 por ciento del mercado de créditos, y el 10.7 por ciento en depósitos, y generó un beneficio superior a los $170 millones en el primer semestre de 2008.
El banco fue adquirido por el grupo español en 1996, cuando fue sacado a subasta por el Fondo de Garantías de Depósitos (Fogade), el organismo que estatizó el banco luego de una crisis financiera que arrastró a la debacle a la mitad de la banca venezolana en 1994.
Según un reporte de Bloomberg, se estima que el valor actual de la sucursal venezolana del grupo Santander supera los $1,900 millones.
El anuncio de nacionalización se produce ocho meses después de que el presidente venezolano amenazara abiertamente con nacionalizar los bancos españoles en Venezuela, en retaliación al incidente en el que el rey Juan Carlos de España lo mandó a callar en público durante la cumbre iberoamericana que tuvo lugar en Santiago de Chile en noviembre del año pasado.
Chávez mencionó expresamente al Banco Santander y a otras firmas españolas como blancos de un escrutinio oficial para vigilar en detalle "sobre sus operaciones''.
El mandatario también dijo entonces que "no es imprescindible para nosotros la inversión española en Venezuela. No la necesitamos''.
En la actualidad, la inversión española en Venezuela supera los $2,600 millones, e incluye firmas como el Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), la petrolera Repsol, la telefónica Movistar, la hotelera Sol Meliá, las aerolíneas Iberia y Air Europa, la aseguradora Mapfre, el grupo editorial Prisa, el grupo de modas Inditex y el energético Elecnor.
Se trata de "la primera nacionalización formal de un banco'' en la historia del país, dijo a El Nuevo Herald Orlando Ochoa, economista independiente y columnista del diario El Universal de Caracas.
Ochoa dijo que el anuncio podría "generar consecuencias para todo el sistema bancario'', que se encuentra en estos momentos en una situación "problemática''.
"El gobierno está obligando a los banqueros a que vendan las notas estructuradas emitidas en los últimos años, que los bancos compraron para aumentar sus colocaciones en dólares, y en este proceso van a perder dinero y deberán recapitalizar sus bancos. Una nacionalización como esta difunde el temor entre los banqueros de que otros bancos también pudieran ser nacionalizados, con lo cual el proceso de recapitalización bancaria pudiera detenerse, y provocar una crisis de mediana intensidad en el sistema bancario'', detalló el economista.
Adicionalmente, un control gubernamental del Banco de Venezuela causará la salida de clientes que no quieren "que el gobierno les maneje su dinero'', porque "el gobierno es el peor banquero del país'', indicó Ochoa.
La nacionalización podría servir a los fines electorales del gobierno, dijo el experto.
"El gobierno chavista necesita una red de sucursales para ampliar los mecanismos de distribución de fondos tanto para los programas y misiones sociales, como para los de corte clientelar. Y electoralmente puede tener una mayor capacidad para distribuir recursos a la gente directamente'', precisó Ochoa.
El anuncio generó reacciones críticas en España. "Chávez va ahora a por la banca'', editorializó el portal www.publico.es.
El Mundo de Madrid publicó por su parte en su edición digital que "Hugo Chávez confirmó el jueves lo que era un secreto a voces desde hace varios meses en los círculos económicos: el Gobierno quiere comprar la filial venezolana del Grupo Santander para apuntalar un banco estatal acorde con sus planes socialistas''.
Anticipando la reacción de los medios españoles, Chávez se refirió también a la "Guerra mediática'' que generará el anuncio de la nacionalización.
Chávez dijo que espera que su decisión no afecte las relaciones entre Venezuela y España, que ambos gobiernos decidieron relanzar la semana pasada durante la visita que hizo el presidente venezolano a Madrid para reunirse con su colega español José Luis Rodríguez Zapatero y el rey Juan Carlos, después de que el monarca lo mandara a callar durante una cumbre iberoamericana.
"No van a tardar en aparecer en España los titulares que dicen que Chávez atenta contra los intereses españoles y para tratar de entorpecer las relaciones que ya sanamos'', adelantó.
La nacionalización de la filial del grupo español sigue a una ola de estatizaciones en los últimos dos años, que hasta ahora ha abarcado proyectos de explotación petrolera conjunta con transnacionales norteamericanas y europeas como Exxon-Mobil y Chevron, la telefónica Cantv, la Electricidad de Caracas, dos cementeras mexicanas, centrales azucareros privados y la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), en la que participaba el consorcio argentino Ternium en un modelo mixto con el gobierno venezolano.
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